Historia

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Tierra olvidada durante décadas, el pueblo de Orxeta conserva con orgullo un pasado forjado por siglos de ocupación humana, siendo testigo privilegiado del paso de algunas de las más importantes culturas del Mediterráneo.

Antiguos legajos, monumentos y recientes hallazgos arqueológicos evocan en el visitante una trayectoria histórica que hunde sus raíces en la más remota prehistoria.

Si bien son muy abundantes las evidencias materiales del poblamiento por parte de iberos y romanos, será en el período altomedieval cuando Orxeta cobre un gran protagonismo.

Tras la firma del famoso Tratado de Almizra en 1244, y a raíz de la conquista de Jaime I, la comunidad islámica, fundadora del núcleo urbano más antiguo, es sometida, y sus tierras y alquerías pasan a ser administradas por la Orden Militar de Santiago.

Después de la traumática expulsión de los moriscos en 1609, la evolución de Orxeta se mantuvo estable hasta época contemporánea, sin grandes sobresaltos, y volcada en el cultivo de los campos como actividad principal.

Orxeta, con un entorno natural y un patrimonio cultural privilegiado, bien comunicado y próximo a la costa y a los núcleos de población con fuerte vocación turística (Benidorm, Villajoyosa, Altea), constituye hoy un poderoso atractivo para el sector turístico que busca alternativas al turismo de sol y playa, en constante crecimiento en nuestro país.

Los vestigios más antiguos encontrados hasta el momento corresponden a dos abrigos con representaciones de arte rupestre postpaleolítico, datadas provisionalmente en torno al IV-III milenio a. C. y pertenecientes a los estilos conocidos como arte esquemático y levantino.

Estos recientes hallazgos son de sumo interés para la comprensión de las sociedades de nuestro pasado, puesto que aumenta y enriquece el conjunto de estaciones con arte rupestre postpaleolítico del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, un arte declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.

Las prospecciones arqueológicas efectuadas en el municipio han dado como resultado la localización de varios reductos de población ibera, próximos al curso fluvial del río Sella, y situados sobre pequeños promontorios, características todas ellas muy acordes con el patrón de asentamiento de esta cultura.

Con la cultura ibera, la configuración del hábitat de las etapas precedentes y la estructuración del poblamiento van a cambiar. Por primera vez, podemos hablar de verdaderas ciudades que controlan políticamente y económicamente un territorio donde se asientan otros núcleos de población dependientes de aquellas, de carácter preferentemente agrícola. Este territorio puede incluso aparecer defendido por atalayas, dispuestas en puntos estratégicos, que aseguran la vigilancia de las fronteras.

Efectivamente, sabemos de importantes núcleos ibéricos en la Marina Baixa, como en el Tossal de la Cala (Finestrat-Benidorm), Altea, Calpe o en la propia Vila Joiosa, que funcionarían como eje vertebrador de un territorio más amplio y jerarquizado.

Probablemente, las evidencias materiales encontradas en Orxeta correspondan al tipo de asentamientos menores insertos en el ámbito de influencia de un oppidum principal, como podría ser perfectamente el de La Vila Joiosa, dedicados fundamentalmente a actividades agropecuarias y reuniendo condiciones similares de proximidad a cursos de agua, tierras productivas y vías de comunicación naturales, así como una posición geoestratégica que permite un excelente control del territorio y su fácil defensa.

Respecto a la época romana, se tienen noticias de hallazgos de cerámicas de este período, además de los restos encontrados en intervenciones arqueológicas realizadas en el propio casco urbano.

La existencia del poblamiento tardorromano en el margen del río Sella debe de estar en relación con los cambios acaecidos al final de la romanización en la Península Ibérica, y sobre todo con la evolución del importante núcleo romano establecido en el actual casco urbano de La Vila Joiosa, a partir de mediados del siglo I a.n.e., que consiguió la categoría de municipium en el año 74 d.n.e bajo el reinado del emperador Vespasiano.

Es sobre todo de época medieval cuando disponemos de numerosas referencias a Orxeta en textos históricos, además de abundantes testimonios materiales recuperados gracias a las intervenciones arqueológicas realizadas en los últimos años.

Orxeta, no cabe duda, fue durante buena parte de su historia lugar de moriscos. Su prosperidad quedó manifiesta en su crecimiento demográfico, que pasó de las 275 almas de la población morisca de 1563 a las 800 de 1602. Este crecimiento se interrumpió bajo el reinado de Felipe III, en 1609, por la expulsión de los moriscos, que supuso la pérdida del 71,8 % de su población, viéndose reducida a los 225 habitantes. No obstante, el municipio no parece participar las revueltas y levantamientos que se produjeron en la comarca, gracias a la labor del Comendador Jerónimo Ferrer para mantener la obediencia. Fue por este motivo, por el que Felipe III, concedió tras la expulsión, a la Encomienda de la Orden de Santiago y a sus Comendadores la posesión de las tierras que antes habían pertenecido a los moriscos de Orxeta, dentro de la demarcación de Villajoyosa.

No siempre fue así. La Carta Puebla de La Vila Joiosa del 8 de mayo de 1300 promulgada por Bernat de Sarriá y redactada por el notario público Domingo Bassa en Barcelona, de la que se conocen copias posteriores, hace referencia a la fundación de la Vila Joiosa dentro del Señorío Territorial de Orechita (Orxeta) y Torres, que fue donado siete años antes por el maestre de la Orden de Santiago, Don Juan de Ozores, al entonces Almirante Bernat de Sarriá. Esta donación de Orxeta y Torres fue contestada por Don Pedro Ferrandes de Hixars, (hijo bastardo de Jaime I), ya que se hallaba dentro de su administración desde 1257. Fallándose el pleito a favor de Don Pedro Ferrandes el 5 de mayo de 1311. Sin embargo, en 1312, Jaime II ordenó la entrega del Señorío de Orxeta al Comendador de Montalbán, y perteneciente a la Orden de Santiago, Artal D’Orta. Algo que tendría que ver con razones de estrategia defensiva, ya que el señorío se encontraba en la frontera suroeste de la Corona de Castilla.

De época almohade ya se conocía el Castillo de Orxeta, popularmente conocido como «Castellet del Moro». Se halla situado en el margen izquierdo del río Sella, sobre un pequeño promontorio, al pie de las estribaciones de la Sierra de Orxeta, y a unos 3,5 Km. del casco urbano, aunque su acceso actual se hace por la urbanización la Bella Orxeta. Sus restos son de planta cuadrangular en dos alzados que aprovechan la fuerte pendiente. Su fábrica es de mampostería ordinaria en la base, encofrado de tapial y alzado de ladrillo en hiladas con zonas en opus incertum. Conserva parte de su albacana semiderruida. El Castellet es nombrado en un texto, depositado en el Archivo Histórico Nacional, donde se cita lo siguiente:

«In dey nomine. Amen. Conoscida cosa sea a todos quantos esta carta vieren, como yo rey Zeyt Abuzeyt, nieto de Almiramamom, fago carta de vendición e de firmidade por siempre mas a vos Don Pelay Perez, Maestre de la Orden de Caballería de Santiago e a vuestrea Orden de suno de los mios castiellos que ay en Aragón, TI Orcheta e Torres, vendévolos e otorgóvoslos libres e quitos…»

Por esta escritura, el señor almohade de Orxeta Zeyt Abu Zeyt, dona el Castillo a la Orden de Santiago. El texto, del que se tiene copia en el Archivo Municipal de Orxeta, fue confirmado por Jaime I en 1257, si bien durante un corto espacio de tiempo fue donado a Tevecino y a su hijo Zahat antes de pasar a la administración de Don Pedro Ferrandis de Hixar.

La importancia de estas tierras en época altomedieval se entiende dentro de la política de fronteras y delimitación de propiedades de los señoríos que han sido el origen de los actuales términos municipales.

Tras la firma del pacto de Almizrra en 1244, donde se describía la frontera entre la corona de Castilla y la de Aragón, y que justo pasaba cerca de estas tierras, en un documento firmado por Jaime I en 1296, se establecían por primera vez los límites del término administrativo feudal de Alicante. En la primera interpretación de este documento, se incluían los municipios de Orxeta y La Vila Joiosa dentro de la demarcación territorial de Alicante. No obstante, tras cotejar el documento con la Carta Puebla de La Vila Joiosa de 1300 y el Pleno de delimitación entre La Vila y Alicante del año 1786, se pudo elaborar un nuevo mapa de delimitación del término que ahora bajaba hasta los términos municipales de El Campello, Aigües, Busot, y por tanto, quedarán fuera de éste los términos referidos de Orxeta, Relleu y La Vila Joiosa.

Hacia finales del siglo XVIII la villa contaba con una población muy reducida, consecuencia de la expulsión morisca, apenas 223 vecinos, dedicada a las labores agrícolas.

De ello tenemos una cita como testimonio gracias a la labor de Cavanilles en su obra «Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia» (1795-1797), trabajo que le consagró como padre de la geografía y de la Ilustración valenciana y española:

«Orxeta, pueblo de 223 vecinos, ocupados en cultivar lo menos ingrato de su término, que tiene más de dos horas de oriente a poniente entre los de Finestrat y Aygües, y media escasa de norte a sur entre los de Relleu, Sella y Villajoyosa. En las inmediaciones de la población hay cortas llanuras y preciosas hurtas, y en el resto del término varios sitios fértiles entre otros estériles y peñascosos, donde pastan 1@ cabezas de ganado, que rinden 800 pesos. En este término y en el contiguo de Relleu hay mucho yeso y algunas minas de alabastrite; pero en general los montes son calizos. Los frutos de Orxeta se regulan en 800 libras de seda, 200 cahices de trigo puro, 600 del mezclado con cebada, 400 de cebada, 500 de maiz, 50 de habas, lentejas y otras legumbres, 1@ arrobas de almendra, 16@ de algarrobas, 150 de aceyte, 700 de higos, 2@ de frutas, gran parte de melocotones, 1@ cántaros de vino, y varias hortalizas, no solamente para el consumo del pueblo, sino también para vender a los circunvecinos. Es favorable el clima a los gusanos de seda, y por eso los vecinos traen hoja de otros pueblos para hacer mayores cosechas de las que podrían con lo que producen sus huertas.»

Ya a mediados del siglo XIX la población se encontraba inmersa en un proceso de imparable retroceso, disminuyendo hasta los 219 habitantes como consecuencia, entre otros factores,  del azote de las grandes epidemias del siglo como el cólera.

Para este momento contamos con un importante documento, el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus provincias de ultramar (1850), de D. Pascual Madoz, que nos ofrece un cuadro detallado de la villa a mediados del siglo XIX:

ORCHETA: l. con ayunt. de la prov. de Alicante (6 leg.), part. jud. de Villajoyosa (1), aud. terr., c. g. y dióc. de Valencia (22). SIT. en una barrancada rodeada de montes, á la márg. der. del r. Sella, dist. unas 2 horas del mar: le baten los vientos del NE., que causan mucho daño y bajan acanalados entre los montes de Relleu y los del pueblo; su CLIMA es templado, y las enfermedades más comunes tercianas, que desde 1839 se han aumentado considerablemente. Tiene 444 casas generalmente de 2 pisos y fáb. regular, aunque hay algunas de 3, las cuales se distribuyen en 9 calles bastante anchas y rectas, una plaza frente a la igl. de 450 palmos de long. y 70 de lat., y 2 plazuelas de poca consideración: hay casa consistorial, que es pequeña para las elecciones municipales; un ant. palacio donde habitaba el comendador de la órden de Santiago, cuyo piso bajo esta destinado á cárcel; escuela de niños á la que concurren unos 30, dotada con 1.300 rs., otra de niñas con 16 de asistencia y 750 rs. de dotación, y una igl. parr. (Santiago) servida por un cura de entrada y provisión del ordinario y del cura de Villajoyosa alternativamente. El templo fue construido desde 1759 hasta el 61, habiéndose consagrado en 25 de julio de 1764; es un edificio bastante sólido, aunque de piedra y cal, lo mismo que su torre, que es bastante elevada y de buena forma, con su reloj y 3 campanas; es de tres naves, y la principal tiene 429 palmos de larga, 78 de ancha y 80 de alta, con 9 altares incluso el mayor, dedicado á San Jaime, todo de madera y bien trabajado. El cementerio estuvo unido á la igl. ; pero en 1817 se hizo otro á la parte superior de la pobl., dist. unos 200 pasos, el cual es bastante capaz y ventilado. Confina el TÉRM. por N. con el de Sella; E. Finestrat; S. Villajoyosa, y O. Relleu: su extensión de N. a S. es de una hora, 2 de E. á O. En su radio se encuentran 6 casas de campo, varias minas de yeso, y al E. del pueblo un monte bastante elevado y estenso, cultivado en sus raices, y casi pelado en su parte superior. El TERRENO es desigual, formando cuasi todo graderias y pequeños bancales, que ninguno llega á 8 horas de arar: comprende 900 jornales de secano plantado de almendros, algarrobos y algunos olivos, y 1.000 de huerta que se riega con las aguas del r. Sella, y desemboca en el que baja de Relleu, llamado Amadorio, formando ellos y varios arroyos y barrancos que se le incorporan, el r. Villa, que desagua en el mar por Villajoyosa. Los CAMINOS son locales, de herradura y en no muy buen estado. El CORREO se recibe de Villajoyosa por un encargado del ayunt. tres veces á la semana. PROD. : trigo, cebada, maiz, almendras, algarrobas, vino, aceite, legumbres, buenas frutas, especialmente los melocotones y algunas verduras; mantiene ganado lanar, y hay caza de conejos, liebres y perdices. IND. : la agrícola, 2 tejedores de lienzos comunes, varias fáb. de yeso, de que se surten los pueblos comarcanos, y 2 molinos harineros. El COMERCIO: se reduce á la esportación de frutas, leña y harinas para Villajoyosa, en cuyo tráfico se ocupan algunos vec. y a la importación de salados, arroz y otros art. de que carecen: hay una tienda de lienzos de algodón. POBL. : 219 vec., 876 alm. CAP. PROD: 1.228,433 reales. IMP. : 54,658. CONTR. : 6,402: el PRESUPUESTO MUNICIPAL asciende á 8,000 rs., que se cubre con el prod. de arbitrios y por reparto vecinal.

En la actualidad, es cierto que muchas pequeñas poblaciones del interior de la Comunidad Valenciana se encuentran hoy en una difícil situación tras la crisis de los modelos agropecuarios, sufriendo un lento proceso de despoblamiento y estancamiento económico. Sin embargo, un panorama bien distinto se perfila en la actualidad para aquellos municipios de la llamada “segunda línea costera”, gracias al impulso generado por el sector turístico en la búsqueda de alternativas al “turismo de sol y playa”, en constante crecimiento en nuestro país y que puede llegar a convertirse en un factor clave de dinamización social y reactivación económica.

Dentro de este contexto encajaría perfectamente el caso de Orxeta, con un entorno natural y un patrimonio cultural privilegiado, bien comunicado y próximo a la costa y a los núcleos de población con fuerte vocación turística (Benidorm, Villajoyosa, Altea…), ingredientes todos ellos muy favorables para este modelo de desarrollo.

Gracias al vertiginoso crecimiento experimentado en los últimos años, Orxeta puede presumir hoy en día de constituir un municipio turístico con un amplio surtido de modernas instalaciones y servicios turísticos de calidad, que satisfarán gratamente las necesidades del visitante: centro polideportivo, restaurantes, casas rurales y un largo etcétera.